VINO
Vida ilusiones nos ofrece.
Vale la pena reivindicar el valor del juego en nuestra vida, como bálsamo contra la rígidez, contra los automatismos y contra la idea de que nuestra personalildad es como una roca, firme y permanente, transformada sólo por el paso de los años y el castigo de los elementos externos.
¿Cómo vamos a poder cambiar, a volvernos más flexibles y a utilizar nuestra creatividad, si no es jugando con nosotros mismos? Sólo existe una verdad: ¡qué somos!. En cambio, cuando añadimos que somos «eso», empieza el juego y nos convertimos en jugadores, creadores de experiencias. Lo malo es que confundamos «eso» con la realidad. Entonces convertimos el juego en verdad, nos tomamos en serio e injustament dejamos de jugar.
El juego como actitud permite que nos reinventemos. Permite que nos relacionemos con un elegante fair play. Permite que nos riamos más a menudo. Permite que procuremos ganar, para que ganen todos y no para ganarlos a todos. Permite descubrir que la vida es ilimitada si sorteamos nuestras propias fronteras de miedo. El juego nos permite fluir y que juego y jugador sean una sola cosa. Sólo entonces dejamos el juego pra convertirnos en su creador.