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COMPARTIR LA ALEGRÍA
La felicidad, la dicha, la alegría, son mucho más plenas cuando se comparten. Son sentimientos que se contagian, a los que es imposible sustraerse. Por ello, hay dos actitudes muy importantes; por un lado, dar a los demás un poco de nuestra felicidad, es decir, compartirla con nuestros seres queridos. En segundo lugar, permitir que la alegría de los demás nos invada y ocupe nuestro interior.
La ecuación es sencilla: si transmitimos armonía será muy difícil que recibamos un trato opuesto. Asimismo, si nos alegramos por los demás, nos permitirán compartir sus sonrisas y carcajadas, en un flujo que retroalimenta.