CONCHI
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VOLVER A SER NIÑOS
Cuando eramos niños, vivíamos pensando más en los demás. Si, es cierto que quizás nos peleábamos algunas veces, pero hacíamos un esfuerzo supremo por comprender a los que teníamos a nuestro lado paa volver a jugar otra vez.
Con el paso del tiempo comenzamos a hacer valer nuestras razones y nuestros derechos y nos alejamos de quienes queremos. Todos podemos recordar a nuestros amigos de aquella época, incluso los añoramos en muchas ocasiones. No podemos negar que, en ese sentido, dejar de ser un niño es una de las peores decisiones que tomamos en la vida.
Creo que sabes de qué estoy hablando: no de crecer (todos lo necesitamos) ni de alcanzar madurez y hacer lo que debemos hacer adquiriendo la sabiduría propia de la edad. Me refiero a los valores que perdemos cuando creemos que ya somos mayores.
-Dejamos de jugar y de abrir nuestros ojos llenos de entusiasmo.
-Dejamos de confiar en los demás y de sentirnos llenos de vida.
-Dejamos de aprender y, al mismo tiempo, de intentar comprender a los demás.
-Cuando dejamos de ser niños, perdemos la capacidad de asombrarnos por lo que vemos.
-Cuando dejamos de ser niños, las aventuras dejan de tener sentido y nuestra imaginación queda encerrada en una lógica absurda.
-Cuando dejamos de ser niños, perdemos el tiempo queriendo llegar a todas partes y olvidamos que podemos disfrutar mientras vamos por el camino.
-Cuando dejamos de ser niños, desaparecen los juegos, los abrazos, los encantos…
-Cuando dejamos de ser niños ya no escuchamos con la boca abierta.
-Cuando dejamos de ser niños nos complicamos la vida de tal manera, que a veces hasta nos olvidamos de sonreír.
-Cuando dejamos de ser niños, los días pierden la ilusión de lo sencillo, de lo que hacemos en cada momento; de lo que nos espera cada mañana nueva en la que despertamos y podemos mirar al cielo.
-Cuando dejamos de ser niños desaparecen la fe, la confianza y la ilusión. Queremos racionalizar todo y sólo creemos en lo que vemos.
-Cuando dejamos de ser niños, perdemos nuestra confianza en las personas: lo único que vale es lo que está escrito. Lo único que nos ilusiona es aquello con lo que podemos ganar más.
-Cuando dejamos de ser niños olvidamos que los juegos se inventan y que los mejores momentos son los que pasamos junto a nuestra familia y nuestros amigos.
-Cuando dejamos de ser niños no nos damos cuenta de que cualquier persona que conocemos, independientemente de su raza o su condición, puede ser nuestro amigo.
Los niños son especialistas en encontrar amigos. No dejan de jugar y en todos sus juegos siempren forman equipo con los demás. Lo hacen aunque acaben de conocerse, no les importa en absoluto. Cuando volvemos a ser niños aprendemos a hacer amigos.
Los niños comprenden a los demás de una manera natural, no necesitan esforzarse. Ganamos amigos cuando nos preocupamos por ellos, cuando sabemos colocarnos en el lugar en el que están y en las circunstancias por las que están pasando. Comprender a nuestros amigos es ponerse en su piel: aprender a ver las cosas comoello las ven e intentar ayudarlos.
Comprender a alguien tiene que ver con detalles que a veces parecen insignificantes. Tú mismo/a puedes pensar en algunos de ellos:
– Nunca debemos reaccionar con un sentimiento de superioridad cuando la persona a la que queremos está pasando por un mal momento. En la mayor parte de las ocasiones, el dolor que sufre no es culpa suya; y aunque fuera así, jamás podremos ayudar si creemos que nosotros somos mejores porque estamos bien.
– Jamas debemos burlarnos del dolor de otra persona. Ni aunque sea nuestra enemiga.
– Debemos ayudar a nuestro/a amigo/a cuando haya cometido una equivocación. Nosotros mismos hemos cometido muchas y de alguna de ellas salimos ilesos: ¡Quién sabe si nosotros no hubiéramos hecho lo mismo estando en su lugar! Reprochar y gritar a quien queremos es síntoma de tener un corazón insensible.
Siempre debemos intentar conocer las razones por las que la persona a quién queremos ha tomado una decisión determinada. Quizás no estamos de acuerdo, pero no ayuda nada vivir con el sentimiento de que tenemos la razón siempre.
Necesitamos aprender a percibir lo que la otra persona está sintiendo y no sólo preocuparnos por decir lo que tenemos que decir. Sermonear a quien está pasando un mal momento no es una actitud adecuada, ¡Aunque todo lo que digamos sea cierto!.
Debemos despedirnos siempre de las personas que queremos con palabras llenas de amor. Debemos abrazar siempre (recuerda que eso signfica comprender). No sabemos lo que puede ocurrirla próxima vez que nos veamos. No es cuestión de ponerse tétricos, pero no sabemos si puede ser la última vez que veamos a esa persona. Siempre es mejor tener el recuerdo de un abrazo cariñoso.